El Obispo de Rancagua invita a vivir esta Semana Santa no como un recuerdo del pasado, sino como una experiencia viva de fe, esperanza y entrega.
Con un mensaje profundo y esperanzador, Monseñor Guillermo Vera Soto, Obispo de la Diócesis de Rancagua, ha dirigido unas palabras a los fieles en el inicio de la Semana Santa. En su reflexión, llama a contemplar con asombro el amor de Dios manifestado en la cruz y a vivir estos días santos con sentido, alejados del simple descanso y conectados con el verdadero significado de esta celebración cristiana.
“Llegan ya los días que con razón llamamos santos”, comienza diciendo Monseñor Vera, recordando que en ellos se hace patente el amor de Dios a través de la entrega total de Jesús. “El amor verdadero es entrega, perseverancia, constancia, y no está exento del dolor y la contradicción”, señala, invitando a mirar a Cristo como modelo de amor real, más allá de las palabras.
El obispo insiste en que estos días no deben vivirse como un simple recuerdo del pasado:
“Durante esta semana hemos de vivir con toda su fuerza estos acontecimientos que son salvadores y que en el hoy de nuestras vidas se hacen presente para nosotros.”
También se refiere a la necesidad de transformar esta Semana Santa en un espacio de oración, recogimiento y encuentro familiar, haciendo un llamado especial a que el Viernes Santo se respete como un día santo:
“Ojalá que respetando la tradición cristiana de nuestro pueblo este día pueda ser de guardar y que… puedan de alguna manera tener un día tranquilo para descansar en el Señor.”
Monseñor Vera destaca el valor de estos días como oportunidad de crecimiento espiritual y como un momento privilegiado para renovar la fe:
“Que el contemplar a Cristo muerto y resucitado nos lleve a renovarnos en la certeza de que el bien y el amor son más fuertes que toda oscuridad.”
Con firmeza y ternura, invita a participar activamente de las liturgias, retiros y confesiones organizadas en parroquias y capillas.
“Estos días son un momento de gracia que no hemos de desperdiciar.”
Finalmente, cierra su mensaje con una invitación a que cada persona, al concluir la Pascua, pueda volver a sus actividades cotidianas con el corazón renovado:
“Que como Jesús y con Jesús sepamos llevar vida a todos aquellos con quienes nos encontremos.”
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