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Alegría de la Iglesia de Rancagua por su nuevo sacerdote.

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Entre cantos, aplausos y gratitud a Dios, la comunidad diocesana celebró la incorporación de un nuevo sacerdote al presbiterio de Rancagua, signo de esperanza en este tiempo de aniversario diocesano.

Con profundo gozo y en un ambiente de fe y esperanza, la Iglesia de Rancagua celebró la ordenación sacerdotal de Javier Menares Yáñez, este 20 de septiembre, ceremonia presidida por el obispo diocesano, monseñor Guillermo Vera Soto en la parroquia San Fernando Rey, de San Fernando, en el marco del centenario de la diócesis.

“El Señor Jesús nos ha convocado para que seamos partícipes de este momento tan importante para nuestra Iglesia diocesana, ya que después de un largo proceso de formación, nuestro hermano Javier Menares Yáñez, por imposición de mis manos, será incorporado al Orden de los Presbíteros”, expresó el obispo al inicio de la celebración.

La homilía del obispo

En su homilía, el obispo destacó la alegría de toda la comunidad diocesana por este don de Dios: “En esta mañana llenos de alegría, de fe y esperanza, nos reunimos para vivir un hermoso momento de Iglesia, la ordenación como sacerdote de un hermano nuestro, Javier (…) Damos gracias a Dios que nos hace este regalo, y pedimos que su ministerio sea fecundo para nuestra diócesis”.

El pastor diocesano agradeció la presencia de Mons. Luigi Migoni, de los formadores del Seminario Pontificio de Santiago y de la familia del nuevo sacerdote, destacando especialmente a sus padres, Alberto y Paola, “que lo acompañaron con generosidad en este camino”.

Asimismo, subrayó que Javier ha sido elegido por Dios para anunciar su Palabra, celebrar la Eucaristía y ser signo de esperanza para el pueblo fiel: “Tus manos consagradas realizarán milagros que darán gloria a Dios y llenarán de esperanza a los hermanos (…) Javier, serás sacerdote para siempre”.

El obispo Vera le indicó que contará con la compañía y oración de muchos en su camino: “Tus padres, hermanas y amigos, tus hermanos sacerdotes y diáconos, todos los aquí reunidos y que te queremos, estaremos rezando por ti, que te está sumergiendo en la hoguera del amor de Dios. No estarás solo. Cuenta con la oración de tus hermanos”, señaló.

Un nuevo sacerdote

La celebración continuó con los ritos propios de la ordenación: la promesa de obediencia, la postración mientras se entonaban las letanías, la imposición de manos y la oración consecratoria.

Un momento de especial emoción fue cuando el nuevo presbítero se puso de pie y fue hacia sus familiares para que les ayudan a revestirse, junto a algunos sacerdotes que no dudaron en expresarle su afecto y bendiciones.

Finalmente, el obispo y los sacerdotes presentes dieron el abrazo de la paz al nuevo presbítero, gesto que fue acompañado por los aplausos emocionados de toda la asamblea.

Palabras del padre Javier

Al finalizar, el padre Javier expresó su gratitud a Dios, a sus padres, a su familia y a todas las comunidades que lo acompañaron en su proceso vocacional: “Señor, te doy gracias por cada uno de tus hijos que en todo momento me han mostrado tu rostro de padre, hermano y amigo. Gracias a mis papás, Paola y Luis, por mostrarme desde niño la Nazaret de Jesús, por creer y enseñarme a caminar. Esta es una alegría muy grande, jubilar y centenaria para nuestra diócesis”.

Con humildad, agregó que: “En lo personal siempre me he sentido muy pequeño ante la grandeza de Dios y bendita pequeñez que nos hace subir en las manos de Dios, que nos acerca muy cerca de su rostro, porque hay que hacernos y sabernos pequeños para entrar en el Reino, en el reino de los cielos. Así quiero vivir”.

Entre cantos, aplausos y abrazos, la comunidad diocesana celebró la incorporación de un nuevo sacerdote al presbiterio de Rancagua, signo de esperanza en este tiempo de aniversario diocesano.

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