En la misa por los 100 años, los presbíteros Bernabé Silva, José Miguel Ortiz y Francisco Cáceres fueron distinguidos como Capellanes del Papa León XIV, reconocimiento a su entrega y fidelidad pastoral al servicio de la Iglesia de O’Higgins.
En una jornada marcada por la emoción y la gratitud, la Diócesis de Rancagua celebró el pasado 9 de noviembre en el Estadio Municipal de San Fernando la misa por su centenario, ocasión en la que el obispo de Rancagua, monseñor Guillermo Vera, entregó el nombramiento del Papa León XIV con el que concedió el título de Capellán de Su Santidad a tres sacerdotes de la región: los presbíteros Bernabé Silva Durán, José Miguel Ortiz y Francisco Cáceres Vargas.
Durante la celebración del centenario los capellanes Bernabé Silva y José Miguel Ortiz, que recibieron la faja eclesiástica, signo visible de su nueva dignidad como capellanes de Su Santidad, de parte del obispo diocesano. Además, en la procesión inicial fueron los que llevaron la reliquia de la Santa Cruz de Cristo que es venerada en la diócesis de Rancagua y que recorrió todas las parroquias durante un año.
Por su parte, el nuevo capellán monseñor Francisco Cáceres no pudo estar presente en la celebración, pero se proyectó un video donde monseñor Guillermo Vera, Obispo de Rancagua, le comunicaba la noticia del nombramiento. Las palabras del nuevo capellán resonaron en el estadio, llenas de cercanía y humildad: “Lo primero es agradecerle a Dios y a ustedes que me hacen sentir la alegría de, hasta aquí, haber hecho bien la pega. Gracias a la Iglesia de Rancagua que me ha recibido como sacerdote, a mis hermanos sacerdotes y especialmente a mi familia; gracias a ella pienso que estoy como estoy”.
Con voz emocionada, monseñor Cáceres también agradeció “a toda la Iglesia y muy especialmente a mi obispo, que me acompaña en las malas y en las buenas”, gesto que fue recibido con un cálido aplauso por los fieles.
Así, en el marco del centenario diocesano, el reconocimiento a monseñor Francisco Cáceres, a monseñor Bernabé Silva y a monseñor José Miguel Ortiz, se convirtió en un signo de gratitud por su ministerio fecundo y su testimonio de amor al pueblo de Dios en la Región de O’Higgins.

