Por Karin Ortiz Cepeda, Coordinadora Regional de Senama O’Higgins
Cada 15 de junio, el mundo detiene su marcha por un instante para reflexionar sobre una realidad que, aunque invisible para muchos, marca la vida de millones: el abuso y maltrato en la vejez. Desde 2011, la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció esta fecha como el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez, un llamado urgente a la sociedad para reconocer y erradicar cualquier forma de vulneración hacia quienes han dedicado su vida a construir comunidades y familias.
En Chile, el Servicio Nacional del Adulto Mayor (SENAMA) ha sido un pilar en esta misión. Desde 2006, ha promovido acciones conmemorativas enfocadas en el respeto, la dignidad y los derechos humanos de las personas mayores. Pero más allá de la fecha simbólica, la pregunta clave sigue siendo: ¿qué significa realmente tratar bien a las personas mayores?
Al respecto creo que El buen trato no se reduce a evitar el maltrato; es la construcción diaria de una sociedad donde los adultos mayores sean reconocidos como protagonistas activos, no como una carga. Es garantizar espacios de participación en las decisiones comunitarias, asegurar accesibilidad a la salud y al bienestar, y promover el envejecimiento activo. Ejemplos concretos de buen trato pueden ir desde la eliminación de barreras urbanas que dificultan su movilidad, hasta la implementación de programas que faciliten su inclusión digital, permitiendo que sigan conectados con su entorno.
Para avanzar en esta mirada, las políticas públicas deben evolucionar hacia un modelo que reconozca el envejecimiento no como una etapa de dependencia, sino como una oportunidad de contribución. La implementación de iniciativas como el fortalecimiento de redes vecinales de apoyo, el acceso equitativo al trabajo para quienes desean continuar activos laboralmente, y la promoción de espacios intergeneracionales son pasos clave para transformar la cultura del respeto en una acción concreta.
Quiero enfatizar que el 15 de junio, es un recordatorio de que el buen trato a las personas mayores no debe ser un gesto ocasional, sino una convicción que atraviese el tejido social. Porque al reconocer y valorar la experiencia y la trayectoria de quienes nos antecedieron, construimos una sociedad más justa, solidaria y consciente del aporte invaluable de cada generación.
Desde la política pública, el respeto y la protección de los derechos de las personas mayores requieren un enfoque integral que abarque seguridad, inclusión y participación activa en la sociedad. Para lograr avances concretos, es necesario implementar estrategias que transformen la percepción del envejecimiento y refuercen la autonomía de los adultos mayores.
Para consolidar el buen trato como un principio estructural de la sociedad, se requiere una transformación cultural sostenida a través de la educación, el diálogo y el compromiso social. La implementación de campañas de concientización, la formación en derechos humanos y el fortalecimiento de redes de apoyo son esenciales para que la dignidad de los adultos mayores sea una prioridad.
Para avanzar como país, debemos mirar experiencias internacionales como la de Japón, donde han desarrollado el programa “Community General Support Centers”, que ofrece servicios integrados de salud, bienestar y asistencia social para adultos mayores. Además, promueve el envejecimiento activo a través de iniciativas como el empleo flexible para mayores y programas de voluntariado. Observar como Suecia hoy cuenta con un modelo de bienestar que garantiza acceso universal a servicios de salud y asistencia para adultos mayores. Su sistema de atención domiciliaria permite que las personas mayores reciban cuidados en sus hogares, reduciendo la institucionalización y promoviendo la autonomía. O poner atención a Francia, que ha establecido leyes específicas para la protección de los derechos de los adultos mayores, incluyendo medidas contra el abuso y la discriminación. También ha desarrollado programas de vivienda adaptada y transporte accesible para garantizar su movilidad y bienestar. Entre otros países de los cuales podemos seguir aprendiendo aún.