Este viernes 11 de abril, fieles y sacerdotes peregrinarán y celebrarán juntos la Misa Crismal que por primera vez se efectuará en la Parroquia San Fernando Rey.
El Vicario Pastoral de la Diócesis de Rancagua, Padre Cristián Catalán, ha extendido una cordial invitación a todos los fieles de la región a participar en la Misa Crismal, que se celebrará el próximo viernes 11 de abril a las 19:00 horas en la Parroquia San Fernando Rey, en la ciudad de San Fernando.
Esta solemne Eucaristía será presidida por Monseñor Guillermo Vera Soto, obispo de Rancagua, y representa un momento clave en la vida litúrgica de la diócesis. Este año se efectuará en San Fernando debido a la restauración a la que está siendo sometido el templo Catedral, que tradicionalmente acoge a esta celebración.
Antes de la misa, los sacerdotes se reunirán en la Parroquia San Agustín, donde reflexionarán y rezarán en torno a este tiempo de Cuaresma. Posteriormente, se trasladarán en peregrinación hasta el templo San Fernando Rey, para vivir el jubileo en este Año Santo al que ha convocado el Papa.
Fidelidad a Cristo
Durante la Misa Crismal, se realizará la consagración del Santo Crisma y la bendición de los óleos de los enfermos y catecúmenos, elementos fundamentales para la celebración de los sacramentos del Bautismo, Confirmación, Orden Sacerdotal y Unción de los Enfermos. Asimismo, los sacerdotes renovarán sus promesas sacerdotales, reafirmando su fidelidad a Cristo y su compromiso con el servicio al pueblo de Dios.
“Es una celebración llena de sentido, donde la comunidad se une a sus pastores para orar juntos, dar gracias y fortalecer la misión”, expresó el padre Cristián Catalán, quien animó a todos los fieles a participar con alegría y espíritu de fraternidad.
Aunque tradicionalmente esta liturgia se celebra el Jueves Santo en la mañana, puede ser anticipada a otros días, ya que los sacerdotes deben atender las celebraciones propias de la Semana Santa en sus parroquias.
La Diócesis invita a todos los fieles a acompañar a sus pastores y a vivir esta celebración con profundo sentido eclesial, como un signo de unidad, fe y esperanza en Cristo, el Ungido.
