Con una misa, presidida por el obispo diocesano, monseñor Guillermo Vera, y concelebrada por el párroco de Litueche, padre Gino Bonomo, este domingo 14 de julio a las 11 horas en el templo, se conmemorara este hito histórico.
El 14 de julio de 2024, se cumplirán 250 años desde que en la Parroquia Nuestra Señora del Rosario de Litueche, se inscribiera en el “Libro número uno de Bautismo y Óleos”, disponible en el Archivo Parroquial, su primer acto de esta naturaleza. Se trata de la siguiente anotación: “En la Iglesia del Rosario Parroquia de esta Doctrina de Rapel, bauticé y puse óleo y crisma el día catorce de julio 1774 a José Fausto en esta doctrina, de edad de dos días hijo de Jacinto López y Juana Leiva, españoles, fueron padrinos Thomas Castro y A. Maldonado. Fdo, Antonio C de Quesada.”
De ese modo con una misa, presidida por el Obispo diocesano, monseñor Guillermo Vera, y concelebrada por el párroco de Litueche, padre Gino Bonomo, este domingo 14 de julio a las 11 horas en el templo, se conmemorará este hito histórico.
Pero el trabajo de evangelización en esa zona es anterior. De hecho, de acuerdo a una investigación realizada por el abogado e historiador Régulo Valenzuela Matte, hace 439 años la parroquia nació primero como Doctrina de los Indios de Rapel. En la investigación se muestra un informe al Rey de España del Obispo de Santiago Fray Diego de Medellin, con fecha 18 de febrero de 1585, que da cuenta de nacimiento.
La celebración de los 250 años, señaló el padre Gino, contribuye al conocimiento, identidad y aprecio de los fieles por su parroquia y, a la vez, que prepararía el camino para la próxima celebración -en 2025-, de los 440 años de vida parroquial.
Esto refleja, según el párroco de Litueche, “la temprana preocupación evangelizadora de la Iglesia Católica en Chile y en particular en esta zona del país, por lo que se estima de toda justicia resaltar y poner en valor esta verdadera proeza de tantos hombres santos que abandonando su patria respondieron con entusiasmo a la llamada del Señor en tierras lejanas a las suyas, y que después continuaron sacerdotes nacidos y formados, con la misma doctrina, en estas tierras, seguramente con dificultades y sacrificios pero que se vieron recompensados con la conversión de tantas personas buenas nativas de este lugar y otros, que por su intermedio conocieron a Dios, a nuestro Señor Jesucristo y a Nuestra Señora del Rosario de manera ininterrumpida hasta nuestros días”.