Fueron ordenados el pasado sábado 23 de noviembre por monseñor Guillermo Vera.
La Abadía Santa María de Miraflores, ubicada en Codegua, fue testigo de un acontecimiento significativo para la Diócesis de Rancagua: la ordenación sacerdotal Lucas Marckmann Soto (68 años) y Benjamín Murillo Toro (38 años), miembros de la Orden Cisterciense de la Estricta Observancia (OCSO). Presidida por el Obispo Guillermo Vera Soto, la ceremonia realizada el sábado 23 de noviembre reunió a fieles, religiosos y familiares en un ambiente de profunda espiritualidad y gratitud.
El padre Hugo Yáñez, secretario de la Vicaría Pastoral, presente en la eucaristía, destacó la importancia de esta ordenación: «Es una bendición tener dos nuevos sacerdotes, especialmente monjes trapenses, en una comunidad que actúa como pulmón espiritual para nuestra diócesis. Aunque muchos no los conozcan, todos nos beneficiamos de su oración y testimonio».
Uno de los momentos más significativos fue la ordenación del padre Lucas Marckmann, quien estuvo acompañado por su hijo y su nieto. «Es un caso especial», explicó el padre Yáñez, «porque Lucas, tras enviudar y con hijos mayores, ingresó como monje, luego fue diácono y ahora sacerdote».
La ceremonia incluyó momentos profundamente simbólicos, como la imposición de manos y la oración de consagración, elementos que reflejan el compromiso del sacerdote con Dios y con su comunidad.
Un llamado al servicio y la comunión
El lema cisterciense “Ora et labora” se encarna en la vida de estos nuevos sacerdotes, quienes ahora asumirán su ministerio desde la oración, el trabajo y la vida en comunidad, pilares fundamentales de la tradición trapense.
Tras la misa, la comunidad celebró en un ambiente de fraternidad, agradeciendo a Dios por este don.
El obispo de Rancagua invitó a seguir orando por ellos, para que sean instrumentos de paz y esperanza en medio del pueblo de Dios.
Con esta ordenación, la Abadía Santa María de Miraflores cuenta con 4 sacerdotes y renueva su misión contemplativa al servicio de la Iglesia.